Armonía

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viernes, 29 de enero de 2010

Aprendizaje en valores y conductas en familia

Conclusión

Con todo esto, y por ir concluyendo, lo que quiero que entiendan como padres es que deben estudiar todos los asuntos relativos a la educación de sus hijos.

Volviendo a ejemplos ya propuestos, como el de la memoria y los idiomas, en principio debe quedar claro que una cosa es que haya unos periodos sensitivos surgidos en un momento concreto de nuestras vidas, como ya hemos visto, y otra cosa muy distinta, que no podamos ejercitar diversas aptitudes si no atendemos a dichos periodos cuando corresponde.

Es decir, si el periodo del orden ha pasado porque su hijo tiene nueve años ya, no significa que deba estar condenado a ser un desordenado integral para el resto de su vida; de hecho, entre la gente que oiga estas palabras, los habrá que siempre hayan sido ordenados y les guste llegar a casa y encontrarse con todo ordenado porque les enseñaron a serlo en el momento oportuno y los habrá que, a pesar de haber aprendido a serlo posteriormente, no se preocupen por tal asunto, como también hay gente que está acostumbrada a decir la verdad y no siempre la dice.

Pues bien, algo parecido ocurre con la memoria, para cuyo desarrollo lo mejor es llevar a cabo actos de memorización; así, si para mañana alguien se aprende los nombres y teléfonos de la página 27 de la guía de teléfonos acabará sabiéndose la hoja entera tras muchos repasos y memorizaciones, y por tanto habrá mejorado su memoria indiscutiblemente. Esto facilitará, entonces, que en días posteriores pueda seguir memorizando las páginas siguientes y al tiempo confirma que, efectivamente, para gozar de buena memoria la mejor solución es ejercitarla llevando a cabo este tipo de actos.
Ya sé que hacerle aprender a un niño la guía de teléfonos es muy duro, pero con él tenemos la ventaja de que él mismo nos pedirá desarrollarla si atendemos a ella en su periodo sensitivo.

Imagínense que ahora les pongo una película más o menos divertida y que mañana, a la misma hora, ustedes vuelven y yo les pongo otra vez la misma película, y así en los días posteriores. Al final, acabarán memorizándola gracias a un curiosísimo fenómeno por el que nuestro cerebro termina sabiendo de cabo a rabo de qué trata, adivinando incluso cuál va a ser la escena siguiente, como si del disco duro de un ordenador se tratara, con lo cual el acto de memorización realizado es tremendo.
No obstante, yo la he tenido que poner del orden de las diez veces para conseguirlo porque ya han pasado por el periodo sensitivo adecuado, cosa que nunca ocurre con un niño, para el que bastarán dos o tres pases como mucho. Y quien dice película dice un cuento, por ejemplo.

¿A qué se debe? A que su cerebro está listo para memorizar, e incluso pide que se desarrolle esta aptitud, por lo que el niño, sin darse cuenta, solicita a sus padres que le cuenten el mismo cuento o que le pongan la misma película, ¿no es cierto? Lo curioso del asunto es que nosotros pensamos que todo consiste en que está un poco pesadito, y no nos percatamos de que necesita todo esto para potenciar su memoria y por eso nos lo pide.

Ahora bien, como ya he dicho en repetidas ocasiones, si no se actuó así en su momento tampoco pasa nada grave. Recuerdo que en una de mis conferencias un señor que estaba entre el público me comentaba, francamente preocupado, que le había hecho polvo con esto de la ejercitación de la memoria porque él nunca había querido contarle el mismo cuento a su hijo, ni ponerle las mismas películas, y pensaba que entonces el niño no tendría nada de memoria en un futuro. Yo, para consolarle, le hice ver que ya la estaba ejercitando con tan sólo ver los anuncios de la televisión, pues éstos se repiten constantemente, y efectivamente él se percató de que su hijo se los sabía de memoria, así que ya poseía un elemento de potenciación inconsciente de la memoria. Bien es cierto que es muy triste que un niño tenga que usar los anuncios con tal finalidad, pero también lo es que el fin justifica los medios. Así que potenciemos la memoria de los niños de esta forma y enriquezcamos su cerebro.

Y con respecto a lo que les comentaba sobre la música o los idiomas en relación con esto de la memoria, más de lo mismo. Si a los cinco meses y medio de embarazo la madre le pone al bebé una pieza de música clásica de media horita y siempre es la misma, ya está contribuyendo a enriquecer su memoria. Además, esa música le tranquilizará, le pondrá contento y le gustará una vez nacido, al tiempo que estará aprendiendo a distinguir sonidos distintos, probablemente mucho más ricos que los de su lengua materna.
Y por si fuera poco ya está preparándose para ir oyendo cositas en otros idiomas como el inglés, tan solicitado. Ya sé que ustedes creen que a los niños españoles les cuesta más aprenderse una película en inglés que en castellano, pero ésa es una grave equivocación: les cuesta lo mismo.

La verdad es que al niño le da igual aprendérsela en uno u otro idioma, por lo que si se la ponemos en inglés acabará sabiéndosela de memoria en este idioma y por tanto habrá interiorizado en su cerebro fonemas y estructuras muy importantes del mismo.
Entonces, con varias películas en inglés que vea la verdad es que al final tendrá un conocimiento de ese idioma francamente estupendo. Otra cosa es que luego debamos ayudarles a exteriorizarlo, pero tengan por seguro que les costará mucho menos que a niños que no tengan familiaridad con el idioma.

Por supuesto que para que esto resulte exitoso lo importante es lo de siempre: que nunca fuercen la situación y siempre paren en el momento en que el niño se distraiga. Así, poco a poco, lo verá como algo natural y cada vez aguantará más tiempo ante el televisor de lo más contento, llegando a ver sin problemas la película entera. Después sería bueno, eso sí, que ustedes repasaran con él lo que ha visto, los personajes, los dibujos, etc., porque es la mejor manera de que vaya repasando vocabulario aunque ustedes sepan muy poquito inglés.

O incluso les sugiero, si disponen de más tiempo, que representen o escenifiquen la película, quitando el sonido y haciendo que cada uno haga de un personaje, por ejemplo, porque así el niño, qué duda cabe, va fijando conceptos y poco a poco, ¡oh, sorpresa!, pronunciará perfectamente e incluso le ayudará a su padre a representar el suyo mientras se ríe de su mala pronunciación.
Esto será, sin duda, su mejor maestro.

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