En todos los seres vivos existen Períodos Sensitivos, no voluntarios, en los que el organismo tiende intuitivamente a realizar una determinada acción.
Los Períodos sensitivos de procreación son repetitivos durante el tiempo de fertilidad del ser vivo, mientras que los de formación suceden una sola vez, y desaparecen al llegar la edad adulta. Estos últimos son los que constituyen un motivo de estudio e investigación en los últimos años y son los que realmente interesan cuando hablamos de la formación de los hijos.
Las personas, como animales racionales que somos, también tenemos los períodos sensitivos de desarrollo, igualmente irrepetibles; pero, en nosotros, se dan unos fenómenos diferenciales específicos que nos liberan de todo tipo de determinismo.
Las personas somos seres trascendentales y tenemos voluntad. Esto significa que somos seres libres y responsables, capaces de entender y razonar y esto nos hace totalmente diferentes del resto de los animales.
Gracias a nuestra voluntad somos capaces de dominar, si así lo queremos, nuestros Períodos Sensitivos. Negándonos a llevar a cabo la acción prevista y realizarlo una vez transcurrido el período sensitivo.
Poder se puede, pero llevar a cabo la actividad fuera de su tiempo natural propicio obliga a desarrollar una fuerza de voluntad muy superior, nos cuesta más trabajo, y además es muy difícil alcanzar la misma perfección en los resultados.
Un niño entre uno y cuatro años es capaz de aprender la lengua materna o más sin esfuerzo y con la mayor naturalidad, pues esta dentro del período sensitivo de hablar y todos sus sentidos están predispuestos a llevar a cabo esa función, lo aprenderá sin querer y con la perfección de un nativo.
Todas las acciones integradas en la formación de las personas, tienen sus momentos oportunos de desarrollo. Así podemos hablar de Períodos Sensitivos relacionados con adiestrar, instruir o educar.
El conocimiento de estos períodos permite a los padres permite actuar a los padres de forma anticipada en la formación integral de los hijos, pudiendo potenciar las capacidades de estudio, habilidades deportivas, buenos hábitos, desarrollando virtudes como el orden, responsabilidad, etc.
En definitiva los padres y educadores pueden formularse las preguntas:
¿ Cómo me gustaría que fuesen mis hijos ?
En líneas generales, a la mayoría de los padres gustaría que sus hijos:- Tengan buen carácter - Sean responsables- Se sientan queridos por los demás - Les guste el estudio y el deporte - Tengan buenos amigos- etc..
¿Cómo lo puedo intentar?
Yendo por delante y prevenir, formarse, conocer las nuevas pedagogías, haciendo de la educación una labor de equipo, poniendo cariño, respeto, comprensión, autoridad, ayuda, consejo, especialmente esfuerzo, ejemplo, porque no se puede dar lo que no se tiene.
Educar no es fácil y no termina nunca, exige poner voluntad.
(del capítulo Los Períodos Sensitivos del libro: Educar Hoy, por Fernando Coraminas)
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