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lunes, 22 de febrero de 2010

Breve reseña histórica de la niñez

Es necesario comenzar un tema basándose en sus orígenes o historia, puesto que es la base de conocer y sobre todo comprender la actualidad para repetir los avances y evitar los tropiezos anteriores.

Conceptos históricos de la niñez
Lo que piensa un grupo socio-cultural acerca de los niños sirve de guía a la manera en que los adultos interactúan con ellos, para crearles los ambientes necesarios y adecuados a su edad, así como legarles las experiencias y además conocer el comportamiento infantil.

La gente siempre ha tenido ideas diferentes acerca de cómo son los niños y cómo pueden convertirse en adultos responsables y socialmente útiles. Los niños han sido vistos de formas diferentes:

Según expone el historiador francés Philippe Ariés en el año de 1962, fue hasta el siglo XVII que las sociedades de occidente tomaron a los niños como cualitativamente diferentes de los adultos, pues con anterioridad se les consideraba como seres pequeños ó frágiles e incluso con menor inteligencia.

Investigaciones realizadas por Linda A. Pollock, en 1983, dejan saber que tras examinar alrededor de 400 biografías, diarios y otras fuentes, se pueden dar argumentos sólidos en cuanto a que desde el siglo XVI, los niños eran tratados de forma diferenciada a los adultos.

Además, otros estudios realizados por el psicólogo David Elkind en 1986, demuestran el reconocimiento de la naturaleza especial de los niños en la Biblia y en trabajos de los antiguos griegos y romanos.

Lo primero que se utilizó como estudio científico del desarrollo de la niñez fueron biografías de bebés, que se obtuvieron de diversas familias que llevaban un registro individual de sus hijos. En 1787 fue publicado en Alemania un trabajo cuyo contenido eran observaciones de Dietrich Tiedemann, acerca del comportamiento cognoscitivo, sensorial, motor y del lenguaje de su hijo durante sus primeros 30 meses de vida. Su conclusión más conocida fue que la succión es adquirida y no instintiva, cuestión que actualmente se sabe que no es así.

Fue Charles Darwin (británico), quien hizo hincapié en el desarrollo del comportamiento del infante, exponiendo la biografía de su propio hijo durante sus 12 primeros meses de vida. En 1877, con la creencia de que a los seres humanos se les podría entender mejor estudiando sus orígenes, se dedicó a estos aspectos infantiles.

Con base en las investigaciones expuestas, cuenta la historia que los niños han sido vistos bajo las siguientes perspectivas:





  • El niño como adulto pequeño. Con esta visión, los niños son considerados como capaces de adoptar la misma conducta que los miembros adultos de la sociedad. La edad no hace sino dar mayor tamaño físico y proporcionar a la persona mayor experiencia. Esta consideración del niño como adulto en miniatura persistió en culturas donde los niños no se alejaban de sus casas para ir a la escuela. Durante los siglos XVI y XVII, en Inglaterra y en Francia, los niños participaban en la vida total de los adultos. Niños y adultos dormían juntos en las habitaciones, llevaban la misma ropa, trabajaban en las mismas faenas e incluso jugaban a lo mismo. Aunque durante el siglo XVII empezó a surgir un nuevo concepto de la inocencia de la niñez, todavía en el XVIII los biólogos que estudiaban la herencia siguieron considerando al niño como un adulto pequeño. Un ejemplo de este concepto se puede observar en la pintura “Las Meninas” de Velázquez (Museo del Prado), en donde se observa la vestimenta de los críos semejante a la de los adultos.
    ¿Qué repercusión tenía la falta de diferenciación entre niños y adultos? En primer lugar, las vidas de los niños y de los adultos estaban mezcladas. Los grupos no estaban separados por edad, de manera que los niños no tenían experiencias de acuerdo a su edad, y los adultos vivían su vida cotidiana sin adecuarla al niño, promoviendo una madurez infantil que no se podía dar ejerciendo presión sobre el niño para que respondiera a las expectativas de los adultos.


  • El niño y la maldad innata. Esta concepción es dada por Edmund Burke. Según él, la naturaleza humana es mala y anárquica, desde el pecado cometido por Adán y Eva en el paraíso, por lo tanto, son necesarias las restricciones sociales para instruir a la gente en la ética y garantizar así la conducta responsable. La idea de la maldad intrínseca de los niños llevó a malentender los impulsos de éstos y se creó una estructura educativa para corregir esas tendencias perniciosas. Se les trataba con demasiada rigurosidad y muchas veces maltrato.
    ¿Cuáles son las repercusiones para el desarrollo, de creer en la maldad intrínseca del niño? Primero, se daba por hecho que las acciones cometidas por el niño eran malas, sin averiguar o vislumbrar la intención. Con tal orientación se exigía a los niños de una manera persistente y muy temprana, que controlaran sus impulsos y se comportaran moralmente, cosa que el niño, hoy en día, se sabe que adquiere durante la primera y segunda infancia, y no lo puede dominar en su totalidad hasta pasada esta edad. Si esas exigencias de comportamiento moral se hacían mucho antes de que el niño entendiera las razones de lasmisma, era lógico que discernieran entre lo bueno y lo malo según el criterio de las autoridades adultas. Era difícil que se desarrollara un conjunto interno de normas morales, sobre todo cuando los castigos eran despiadados. En segundo término, el trato entre adulto y niño era a distancia y de desconfianza mutua. Si un adulto considera al niño como malvado, tratará de disciplinar e inhibir la conducta del pequeño dando por hecho, que las conductas que el niño manifiesta son malas y por tanto se deben corregir constantemente. Si se considera al niño como malo por naturaleza no se le permite crecer en un ambiente de confianza, optimismo y salud mental, cuestiones que pueden repercutir en su vida adolescente y adulta ya que el crío puede autoafirmarse con la idea de que es malo y crecer bajo esa idea, llegando a ser una persona desconfiada, irresponsable y actuando bajo parámetros dañinos hacia sí mismo y hacia la sociedad en la que vive.
  • El niño como tábula rasa. Es la idea fomentada por John Locke (1693) de que el niño es un pizarrón donde nada hay escrito, y por lo tanto ni es malo, ni posee conocimientos innatos. Locke decía que el conocimiento era adquirido por las experiencias sensoriales y que era reflejo de tales experiencias. La educación de los jóvenes era la oportunidad para que la sociedad enseñara la virtud y la sabiduría. El modelo de la persona educada era el gentleman inglés, por lo tanto era más importante el protocolo, que la adquisición del conocimiento o de habilidades.
    En una sociedad cuyo pensamiento es de este tipo, los adultos tratan de crear situaciones donde los pequeños aprendan las normas de comportamiento culturalmente aprobadas. Se niega totalmente lo innato y temperamental. Hoy en día se conoce que las influencias genéticas contribuyen al desarrollo de la personalidad y que no sólo el ambiente educa o deforma.
  • El niño y la bondad innata. La noción de la niñez como estado de bondad y de que los impulsos naturales de los niños se deben aceptar como son, fue postulada por Jean Jacques Rosseau (1762). Según él, la naturaleza del niño es básicamente buena, lo que la corrompe son los ambientes represivos, de hecho les llamaba “salvajes nobles”. Por lo tanto la educación debe satisfacer las necesidades del niño y mejorar sus predisposiciones e intereses naturales. Padres y maestros tienen que estar dedicados a entender a los niños y a ayudarlos a que se realicen completamente. La noción el niño como naturalmente bueno sacudió las técnicas de disciplina rigurosa, de lecciones muy estructuradas y de un trato formalista entre padres e hijos, alumnos y maestros, producto de considerar a los niños como malvados o como páginas en blanco. Rosseau sostenía que la instrucción formal se debía postergar hasta que el niño llegara a la adolescencia. Los primeros años se debían dedicar al disfrute de actividades físicas, de los juegos, de la fantasía y de experiencias inmediatas. La meta principal de la educación, según él, era fortalecer el juicio independiente. Cuando los niños se enfrentaran a valores contrapuestos o a presiones sociales, debían aprender a apoyarse y confiar en su capacidad de razonar.
    Esta visión humanista del niño produjo controversias, pues para la época, era como decir que el niño estaba sobre el Estado, y que tenía derecho a un ambiente donde se satisficieran sus necesidades personales. Esta idea ha crecido ha través del tiempo, sin embargo hoy se conoce que la educación comienza desde el vientre materno y se sabe que cada período por el que pasa el niño tiene ciertas cuestiones a educar, como por ejemplo de los 3 a los 6 años es conveniente que aprendan el autocontrol y la sinceridad; también se sabe que durante los años escolares (6 a 12 años) la memoria tiene una capacidad de absorción que puede acumular información requerida para la vida adolescente y adulta. Esta postura revolucionó la educación infantil y simplemente se le han agregado nuevas investigaciones que la fundamentan.

  • El niño como propiedad. Entre las familias campesinas del siglo XVI, en Europa, los niños de seis y siete años debían trabajar en los quehaceres domésticos. Al acercarse a los nueve o diez años se les animaba u obligaba a que dejaran la familia y se fueran a trabajar de sirvientes en casas de familias acomodadas. Cuando los hijos mayores abandonaban el hogar, los quehaceres que realizaban los hacían los menores. A principios del siglo XVII, con la explosión demográfica, se podía ver a multitud de niños vagando y mendigando por las grandes ciudades europeas, y se les mandaba a ser aprendices de algún oficio. Los dirigentes eran dueños de los niños y a cambio de casa y comida, eran puestos a trabajar. En Norteamérica se llegó a los grados de la esclavitud, en donde no había libertad física.
    Hasta hoy, sin llegar a la esclavitud se pueden encontrar diferentes formas de explotación infantil. Este perspectiva de la infancia no se ha logrado superar, teniendo en la actualidad niños mendigando en las calles por comida y sustento básico. Es una cuestión en la que la humanidad ha hecho hincapié, más no ha logrado su inminente desaparición. Niños explotados son seres que pueden crecer con deficiencias físicas y psicológicas que los pueden llevar a ser personas socialmente problemáticas y que perjudican el desarrollo de una nación ya que suelen crecer con rencores, rechazo y miedo hacia la cultura que los cobija.

  • El niño como persona en desarrollo. Por fin se llega a la concepción de que la niñez es una etapa con características peculiares y exclusivas. Desde principios de este siglo, se empieza a tomar en cuenta a la niñez como tal, y surgen teorías como las de Freud, Piaget, Sears, Erikson, Gessel (estadounidense 1880-961; resaltó la importancia de la madurez y el cambio normativo que demuestra que los niños normales atraviesan las mismas etapas en su desarrollo), Watson (norteamericano, 1878-1958; consideró que no hay límites a la posibilidad de entrenamiento de los seres humanos), María Montessori (italiana, 1870-1954; desarrolló un método de educación para la niñez con base en actividades autoelegidas dentro de un ambiente preparado que estimula el progreso ordenado de tareas simples y complejas), etc.

    NOTA: Preguntar: ¿Cómo se considera al niño en México, de acuerdo con los puntos de vista anteriores?
Cabe hacer mención que no se puede encasillar a toda una sociedad bajo cualquiera de estas ideas, puesto que siempre han existido padres que aman a sus hijos y que los ven como seres juguetones que necesitan orientación, cuidado, protección. Las relaciones padre-hijo no fueron formales ni distantes, y existe poca evidencia de disciplina ruda o abuso infantil. La mayoría de los padres quiere a sus hijos y disfruta de su compañía, se interesa por darles una buena crianza.

Todo lo anterior tiene un factor importante, y es que hasta la fecha, con una sociedad tan pluralista, los adultos mantienen múltiples opiniones sobre la naturaleza infantil, sobre lo que es más conveniente para ellos y sobre el modo como se deben comportar.

Lo que no se debe perder de vista, es que los adultos con niños a su cargo estructuran el entorno del niño de acuerdo con la idea que tengan de la naturaleza infantil. Los adultos que consideren a los niños como otros adultos en miniatura les exigen probablemente que participen en los quehaceres del hogar, así como en juegos y diversiones de los mayores. Por el contrario, los adultos que piensan que los niños son personas en desarrollo es probable que dispongan actividades especiales para ellos, películas, áreas de recreación, juguetes, y responsabilidades de niños. Los adultos que vean a los niños como buenos por naturaleza aceptan mejor las actividades que sean iniciativa de los niños y consentirán su comportamiento exploratorio a aquellos adultos que consideren a los niños como malvados, se propondrán guiar las actividades de los niños, limitando su libertad de iniciativa o de exploración.

Con base en lo anterior, se puede concluir que el niño se desarrolla no nada más en forma individual, tomando en cuenta su desarrollo físico, motriz, verbal, social y de personalidad, etc., sino que también, su desarrollo implica influencias del medio ambiente que se extienden desde lo más íntimo hasta lo más global, es decir es un conjunto de estructuras anidadas una dentro de otra:

  • El microsistema: es el más interior y corresponde al ambiente diario del hogar y al de la escuela o el trabajo. Incluye las relaciones con padres, hermanos, personas que cuidan al niño, compañeros de clase y maestros. Estas relaciones son bidireccionales, pues una afecta a las demás. La personalidad y los valores de uno influyen en los otros y viceversa.
  • El mesosistema: es la interconexión de dos o más situaciones que incluyen a la persona en desarrollo, es decir un sistema de microsistemas. En ellos se incluyen nexos entre el hogar y la escuela, el hogar y el trabajo, o entre el trabajo y la comunidad.
  • El exosistema: incluye las relaciones entre dos o más situaciones de las cuales al menos una no contiene a la persona en desarrollo. Tres tienen probabilidad de afectar de modo especial el desarrollo de los niños, y son: el lugar de trabajo de los padres, las relaciones sociales de la familia y sus vínculos con el vecindario y la comunidad. Un ejemplo concreto es cuando una madre trata mal a sus hijos pues tiene frustraciones en su trabajo.
  • El macrosistema: incluye los patrones superiores de cultura, gobierno, religión, educación y economía.
  • El cronosistema: abarca el cambio o la permanencia de la persona a través del tiempo y también del medio ambiente en donde vive. Esto puede incluir cambios en la estructura familiar, el sitio de residencia o empleo.

Itziar Zubillaga Ruenes

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